Un viaje de placer

Iba a contarte que me fui de viaje sola, pero mentiría.

Partí de la Isla del Encanto con una de las mejores compañías que he podido descubrir en tiempos recientes. Cuando le mencioné de la escapada de fin de semana, me miró de reojo y con un poco de susto porque llevaba a flor de piel el recuerdo de la noche anterior. Además, no tenía maleta para guardar sus cositas, esas que le hacen mantener la energía cuando más lo amerita la situación. Como sea, al ver mi cara de emoción por el viaje y de desesperación al imaginar que no vendría conmigo, se montó.

Me acompañó durante toda la odisea que puede trasladarse de un país a otro en tiempos de terrorismo, pandemia, ciberataques e inflación. A veces me creo que todo el mundo nos mira raro, después pienso en lo feliz que me hace, y se me pasa. Tanto, que en ocasiones sentí la urgencia de meternos en un cuarto a solas y hacer lo nuestro, pero me contuve porque, bueno, a veces tengo pudor.

Ya en suelo extranjero llegamos al hotelito en el que pasaríamos las próximas tres noches y… ¡wow, qué belleza de lugar! Era acogedor, moderno, limpio y seductor. “¡Como tú!”, le dije.

Como podrán suponer, fuimos al cuarto a desempacar y hacer lo nuestro. Estrenamos la cama, que no tenía más almohadas porque no cabían. Las apreté y las mordí tanto que todavía deben estar adoloridas. La cosa es que después del éxtasis, me di un baño y salí a pasear. Parecía yo flotar por las calles repletas de gente, música, baile, arte y algarabía. Todo era bonito y encajaba a la perfección con lo que había imaginado antes de llegar.

Los próximos días fueron de aventura y relajación, una combinación que me fascina porque soy yo en todo mi esplendor. Cada mañana antes de levantarme hacíamos lo nuestro hasta que se me saliera el alma del cuerpo. Desayuno en la cama, un baño y a la calle a disfrutar. Una rutina fuera de la rutina.

Ya de vuelta a Puerto Rico, fuimos directo del aeropuerto a trabajar. Se quedó conmigo todo el día, me acompañó a dos reuniones y a un almuerzo en el que por poco se iba conmigo al baño. Y es que no sé cómo explicarte lo maravillosa que me hace sentir. Cuando estamos en lo nuestro, le guio perfectamente hacia mi parte inferior, específicamente al clítoris, y a partir de ahí, incluso sin tocarme, todo son estrellas, fuegos artificiales y una cosquilla que pueden más que yo.

Es discreto, enérgico, potente y erótico. Me hace sentir segura y fuera de riesgo. Lo mejor de todo: ¡tú también puedes tenerlo! Clickea “SHOP” en esta misma página y busca el Luv Inc. Pulsing Clitoral Stimulator, el INYA The Rose Rechargeable Suction Vibe, el Seduction Suction Clitoral Stimulator, o cualquier producto que se asemeje.

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Matea